
capítulo 3. el trillo maldito
Siempre digo que conmigo hicieron un milagro. Cuando pienso en lo fácilmente que podía ponerme en peligro, tanto yo como mis hermanos, en aquellas marismas húmedas y en ocasiones cenagosas, no dejo de entender que al fin y al cabo he tenido suerte de salir con vida de aquel sitio. Y es que parece que incluso podría estar inventando esta trama tan extraña, curiosa y poco habitual, pero no. Todo ocurrió en gran medida como lo cuento yo o al menos así lo recuerdo. Mi hermano Manuel murió en aquel río y yo también estuve a punto de hacerlo, pero alguien me salvó en el último momento.

CAPÍTULO 2. FUEGO EN EL CIELO.
Tengo, como es natural, los recuerdos de mi infancia algo difuminados. Cuando se vive tanto tiempo, es inevitable que tu memoria no atrape los recuerdos con la fuerza que debería, y a veces me cuesta encontrar las palabras justas para recrear cada momento. Sin embargo, el acontecimiento que me dispongo a narrar lo tengo en mi mente como si hubiese sucedido ayer.

CAPÍTULO 1. MUERTE EN LAS MARISMAS
Y yo me pregunto: ¿qué ven tus ojos cuando estás a punto de dejar de existir y el agua inunda tu cuerpo, tus sentidos y hasta tu misma alma? ¿Será verdad eso que dicen de que, instantes antes de que todo ocurra, tu vida aparece ante ti como los fotogramas de una película? Y si eso es así, ¿qué ocurre si te mueres con tan solo siete años? ¿Acaso ese instante es más corto que si te pasa siendo un octogenario? Aunque lo he intentado, me resulta imposible ponerme en la piel de mi hermano Manuel. No puedo ni imaginar que pasaría por su cabeza en aquel momento de angustia que a todas luces le anunciaba que todo iba a acabar mal. ¿Quizás se preguntaba por qué todo era tan injusto? ¿O era demasiado pequeño para entender lo que era la justicia?

¿Has pensado en que alguien escriba tus memorias?
Hay momentos en la vida en los que sabes, con total certeza, que estás viviendo algo importante. No para la humanidad o para el futuro, sino para ti. Son instantes que el destino te ofrece para que seas consciente de que, aunque haya muchos motivos por los que estás en este mundo, el que tienes delante es uno de esos que atesorarás para siempre. En esa tesitura me encontré yo cuando conocí a Luis. Sobre todo, al poco tiempo de tener la fortuna de cruzar unas palabras con él.